Pensamientos.
Pensar por uno mismo y poseer espíritu crítico son aspectos que por desgracia no se aprecian mucho en nuestra sociedad actual. Vivimos en una comunidad muy acomodada, no referente al aspecto económico sino al posicionamiento ideológico, al contraste de la información, etcétera. Creemos todo aquello que la prensa, los medios de comunicación o las redes sociales nos ofrecen en sus escaparates. Se trata de una metáfora en la que nosotros, nos convertimos en tabulas rasas, maniquíes manipulables. Por otro lado, las redes sociales, prensa y otros medios de comunicación son el alimento de nuestro pensamiento. La facilidad de acceso a la información y el bombardeo al cual estamos sometidos continuamente, suponen un gran problema a la hora de discernir y de crear nuestra propia identidad. Esto en ocasiones supone una “normalización” de determinados aspectos y creencias. Pero, ¿qué es lo “normal”? No debemos dar nada por hecho sin antes haber realizado un ejercicio previo de investigación y documentación.
Para convertirnos en personas con un alto grado de espíritu crítico no debemos resignarnos a creer todo lo que vemos, sino dudar y contrastar información. Si en este proceso de indagación nos sumergimos en nosotros mismos y contrastamos diferentes testimonios, nuestro camino hacia la forja de nuestro ideario será más completo. Por ello hay que escapar de esa “normalización”, descarrilarse y comenzar un proceso de búsqueda interior. Pensar es tener nuestras propias ideas, creencias y opiniones y, de ese modo, poder diseñar y vivir nuestra vida según nosotros mismos y nuestros criterios, y no dejarnos llevar por modas o presiones de los demás.
Eso sí, no tiene más razón quien discrepa que quien piensa lo mismo que el resto; simplemente será más racional y completo aquel que realice una documentación previa y sostenga su opinión bajo unos argumentos sólidos y consistentes.
Por ello, deberíamos fortalecer el espíritu crítico de la población desde la base de la educación. En la actualidad, la tecnología nos domina inconscientemente y aún más a las mentes “inocentes”. Los niños y adolescentes, cuyo raciocinio no se encuentra del todo labrado, son personas muy influenciables. Asimismo, tanto las familias como la base educativa deben esforzarse por convertirlos en personas racionales, críticas, y escépticas.
Un segundo comentario para explicar nuestra pereza a la hora de pensar es la cobardía. Por cobardía renunciamos a pensar y nos abandonamos a las directrices de otros. Pensar por uno mismo y tener los propios criterios implica diferenciarse. Y diferenciarse siempre implica correr algún riesgo. El riesgo de ser diferente. Es más cómodo y menos arriesgado ser uno más de la manada que no se diferencia y que hace y piensa como la mayoría.
Por supuesto que el mundo y los demás son de gran influencia. Nos afecta. Somos parte de esta red psíquica que nos enlaza con todo y con todos. No podemos desconocer el peso que tiene la cultura, la tradición y los valores sociales en lo que somos y creemos. Pero, sin embargo, es necesario repensar dentro de todo esto el propio punto de vista.Todo esto es por tanto lo que nos hace únicos.
El arma de la manipulación informativa actúa en el control de las ideas. Por una parte, aquello que no para de repetirse tiene cabida entre el público y se convierte en verdad absoluta, aunque esta no lo sea. Por otra parte, de lo que no se habla en los medios de comunicación, se excluye, queda fuera de nuestro pensamiento. Los recursos empleados para manipular a la gente van desde la mentira “obvia” hasta la omisión de información, pasando por las posverdades, la propagación de rumores, etcétera. También se apuesta por cuidar la forma de utilización del lenguaje y el uso de eufemismos. Estos últimos se emplean con la finalidad de suavizar la difusión de la información. Son muy utilizados en temas relacionados con la política, las guerras, las muertes, los desatres naturales o la economía.
Remarcando la gran frase del filósofo Schopenhauer: “El mucho leer quita al espíritu toda su elasticidad, como se la quita a un muelle un peso que lo presiona continuamente; y el medio más seguro para no tener pensamientos propios es echar mano de un libro cada vez que se tiene un minuto libre”. Por muy contradictorio que pueda sonar, esta frase se encuentra cargada de razón.
Con ello quiere decirnos que no sobrecarguemos la mente con más cosas de las que la misma puede asimilar. Tampoco es necesario empaparse de ideas extrañas antes de haber creado nuestra propia forma de pensar y convertirlo en un hábito, sino que hace falta afianzar un pensamiento que siempre será más nuestro y auténtico. El objetivo es filosofar, no saberlo todo.
De ahí la famosa frase de Sócrates: “Sólo sé que no se nada”. Debemos ser conscientes de nuestra propia ignorancia ya que no conocemos ni una pequeña parte del mundo que nos rodea. Siempre debemos mostrarnos receptivos ante las enseñanzas que los demás puedan ofrecernos. Una mente abierta y receptiva ante nuevos conocimientos nos allanará el camino hacia el hallazgo de la “sabiduría”.
Tras todo lo mencionado anteriormente saco en clara una conclusión: cuestiona las diversas fuentes de información, sumérgete en tu mundo interior, cree que eres un ignorante y nunca sacies tus ganas de saber más. Metafóricamente hablando, si alguien me ofreciese una pastilla del conocimiento, la rechazaría. ¿Qué sentido tendría la vida si lo supiésemos todo? ¿Cuál seria el aliciente? No tendríamos ninguna intriga por el conocimiento y en conclusión la vida se convertiría en insustancial y vacía.
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